El narcisismo es un trastorno de la salud mental caracterizado por tener sentimientos exagerados de…
Porque uno podría pensar que ejercer la autoridad es colocar unos límites, que el otro renuncie a llevarse mal, a molestar, a gritar, a insultar, etc. Pero, ¿por qué deberían los niños aceptar esta autoridad?
Porque todos sabemos que no puede haber renuncia (pulsional) si no existe una satisfacción sustitutoria. Aquí nuestro esfuerzo puede ir encaminado a transmitir que esta renuncia vale la pena, porque hay algo a cambio, les podemos ofrecer algo, no el sentido material, sino en el sentido de poder participar en un mundo común. otros, tener un sitio, participar con otros desde un sitio valorizado. En definitiva, es ser reconocidos.
Por ejemplo: La película «Los chicos del coro«.
Los chicos se ven reconocidos en otra inscripción. Ya no son los huérfanos o violentos internados, sino que ahora se les reconoce con otra identificación. Hay alguien, en la institución, que se instituye (se cree) su función adulta, desbordando lo que se le reclama como rol, en tanto pone a jugar su deseo, en este ejemplo, en relación a la música. Es decir, que puede leer las irrupciones de violencia de estos chicos como indicios del desamparo subjetivo, podríamos decir, como indicio de que no tenían un sitio en el otro, en el mundo social.
Paul Ricoeur (filósofo y antropólogo francés): “El reconocimiento abre paso al conocimiento”.
La autoridad debe generar un cierto modo de relación con el saber, que se centre en lo que se genera cuando se aprende, no importa qué… si matemáticas, historia, cuando se lee un libro, o cuando se practica un deporte. La producción de esta experiencia desarticula formas violentas, y donde se pone en marcha esto, se habilitan espacios, espacios educativos, nos apropiamos de estos espacios, los hacemos nuestros. El desafío sería pensar cómo podríamos habitar y hacernos un espacio común, sin anular las diferencias (los lugares diferentes) pero tampoco las singularidades de cada uno.
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Cuando enseño algo que me apasiona, no enseño algo que me pasa de lado, que me resbalo, sino enseño algo que me atraviesa, y entonces lo transmito de otro modo, y puedo ayudar a otros a generar experiencias en la relación con su propio conocimiento. Esto supone un trabajo del maestro sobre sí mismo, supone una pregunta sobre su propia relación con el saber, cuánto se apasiona por lo que hace y por lo que enseña. «Abrir puertas y ventanas dentro del aula«. Despertar la curiosidad, las ganas de saber es lo que lleva a los niños a aprender.
“La pasión hace experiencia”, dice Jorge Larrosa. (profesor de Filosofía de la Educación a la UB)
Mila Herrera
Psicólogo Barcelona