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El síndrome del impostor es una experiencia psicológica que muchas personas atraviesan, aunque rara vez se hable de ella con claridad. Se caracteriza por la sensación de no ser lo suficientemente competente a pesar de los logros objetivos, y por el temor constante de ser “descubierto” como un fraude. Este fenómeno no solo afecta la autoestima, sino que también condiciona la relación con el saber, el reconocimiento y la propia autoexigencia. En nuestra clínica, este malestar aparece con frecuencia en consulta, especialmente en personas con alta responsabilidad y exigencia consigo mismas.

Desde una mirada clínica, en el equipo de psicólogos de Psicoclínica en Barcelona comprendemos que el síndrome del impostor implica explorar cómo el deseo de saber, la comparación con otros y la internalización de expectativas externas configuran la manera en que un sujeto se percibe y se juzga. No se trata solo de inseguridad pasajera, sino de una experiencia estructural en la relación con uno mismo y con los demás.

Sindrome del impostor hombre careta¿Cómo se manifiesta el síndrome del impostor?

El síndrome del impostor se manifiesta de múltiples maneras, que varían según la historia personal y los contextos de vida. Entre los signos más frecuentes están:

  • Duda constante sobre los propios logros: la persona minimiza sus éxitos y los atribuye a factores externos, como la suerte o la ayuda de otros.
  • Autoexigencia extrema: se establecen estándares muy altos que generan ansiedad y una sensación de insuficiencia permanente.
  • Miedo al fracaso y al juicio: existe una preocupación constante de ser “descubierto” como incompetente, lo que puede llevar a evitar situaciones de desafío.
  • Perfeccionismo paralizante: la búsqueda de la perfección se convierte en un mecanismo para controlar la percepción ajena, en lugar de ser una herramienta de crecimiento.
  • Comparación constante con los demás: el sujeto se mide frente a otros y tiende a subestimarse, olvidando sus capacidades reales.

Estas manifestaciones no son signos de debilidad, sino indicadores de cómo el sujeto construye su relación con el saber y con el deseo, un tema que la clínica psicoanalítica puede ayudar a explorar y que se enlaza con la forma en que se articula el discurso de la autoestima entre la plenitud y la autoexigencia en la vida cotidiana.

¿Cómo sé si tengo síndrome del impostor?

Reconocer el síndrome del impostor implica observar los propios patrones de pensamiento y sentimiento. Algunas señales que pueden orientar hacia esta experiencia incluyen:

  • Sentir que los logros obtenidos no son merecidos o que se han logrado por azar.
  • Experimentar ansiedad intensa ante tareas que implican visibilidad o evaluación.
  • Evitar asumir roles con responsabilidad por miedo a “ser descubierto”.
  • Necesidad constante de aprobación externa para validar lo que se hace.
  • Sensación persistente de que otros saben más o son más competentes, incluso cuando la realidad objetiva muestra lo contrario.

En la clínica, identificar estas pautas permite pensar el vínculo entre autoexigencia y deseo, y comprender cómo estas dinámicas pueden generar malestar. Cuando estas señales se combinan con síntomas de ansiedad más persistentes, puede resultar útil revisar
cuándo debo acudir a un especialista por ansiedad para valorar si el malestar ha desbordado tus recursos. No se trata de diagnosticarse por cuenta propia, sino de abrir un espacio de reflexión y acompañamiento profesional en un proceso de psicoterapia con un psicólogo de adultos en Barcelona, especialmente cuando comienzas a preguntarte cómo saber si estás mal emocionalmente y necesitas ayuda para ordenar lo que te ocurre.

Sindrome del impostor entre el deseo de saber y la autoexigencia¿Cuáles son los 5 tipos de síndrome del impostor?

Aunque cada persona lo vive de manera singular, la literatura psicológica ha identificado cinco tipos comunes de síndrome del impostor:

  • El perfeccionista: define sus logros por estándares imposibles y se siente fracasado ante cualquier error.
  • El experto: cree que siempre debe saber más y acumula conocimiento para compensar su inseguridad.
  • El genio natural: piensa que debe alcanzar el éxito sin esfuerzo; cualquier dificultad se interpreta como incapacidad.
  • El superhéroe: trabaja incansablemente para demostrar su valía, sacrificando descanso y bienestar.
  • El individualista: evita pedir ayuda por miedo a mostrar debilidad, reforzando la sensación de impostura.

Reconocer estas modalidades ayuda a identificar estrategias de autoexigencia y a comprender cómo cada tipo se vincula con la relación personal con el logro y el reconocimiento. Cuando estas dinámicas se entrelazan con un nivel elevado de inquietud o miedo al juicio, pueden dar lugar a estados de malestar cercanos a la ansiedad que conviene abordar con un psicólogo especialista en ansiedad en Barcelona.
En muchos casos también es pertinente distinguir cómo se viven el estrés y la presión cotidiana, tal como trabajamos en el artículo
ansiedad y estrés: dos formas de sufrimiento que no son lo mismo.

¿Qué significa el síndrome del impostor?

El síndrome del impostor no es un diagnóstico clínico formal, sino una experiencia subjetiva de desajuste entre la percepción de la propia capacidad y la realidad objetiva de los logros. Implica un conflicto entre el deseo de ser competente y la internalización de estándares externos o comparativos, generando ansiedad, autoexigencia y sentimiento de fraude.

Desde la perspectiva psicoanalítica, este fenómeno puede leerse como una expresión de la relación del sujeto con el deseo y la falta, donde la autoexigencia y la duda no son meros defectos, sino formas de organizar la vida psíquica y de protegerse del juicio del otro. En muchos casos, la sobrecarga de exigencias internas y externas se vincula con experiencias de cansancio psicológico, cercanas a lo que se describe en la
fatiga emocional en tiempos de conexión permanente, donde el cuerpo y la mente señalan que se han sobrepasado ciertos límites.

Explorar el síndrome del impostor es acercarse a la manera en que nos juzgamos y nos exigimos, y cómo estas exigencias afectan nuestra relación con el conocimiento y el reconocimiento. Reconocer estos patrones no significa simplemente “corregirlos”, sino darles un lugar dentro de nuestra historia personal, entendiendo de dónde provienen y cómo influyen en nuestras decisiones y emociones.

Si sientes que la autoexigencia constante o la sensación de fraude limita tu vida diaria, abrir un espacio de diálogo con un psicólogo puede ayudarte a pensar estas experiencias, comprender sus raíces y encontrar formas de sostener tu deseo de saber sin que te paralice.

Escrito por:
Mila Herrera
Directora de Psicoclínica Barcelona

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